Desarraigo y maternidad en 'La bajamar' de Aroa Moreno Durán

Reseña de La bajamar, de Aroa Moreno Durán

 

Por Irene Ordóñez,

graduada en Psicología,

Máster en Estudios de Género, Identidad y Ciudadanía

 

- Introducción.

 

La bajamar, de Aroa Moreno Durán, fue publicada en 2022 por la editorial Penguin Random House y ese mismo año recibió el Premio Grand Continent. La novela narra la historia de tres mujeres de una misma familia: la abuela Ruth, la madre Adriana y la hija Adirane. A través de los capítulos que alternan sus voces, vamos descubriendo poco a poco sus pensamientos, recuerdos y los vínculos que las unen, así como las heridas del pasado que siguen presentes en su actualidad.

 

Más allá de explorar las complejas relaciones entre estas tres generaciones, la obra también profundiza en temas como la maternidad, los secretos familiares, el exilio y las tensiones políticas en el País Vasco, tejiendo una historia íntima que resuena con el trasfondo histórico y emocional de todo un país.

 

1.- El libro.

 

Esta novela da voz a tres mujeres de una misma familia y de distintas generaciones: Ruth, Adriana y Adirane, abuela, madre e hija. Cada una narra su propia historia desde su mirada personal, compartiendo recuerdos del pasado que resuenan con fuerza en su presente. A través de estas tres voces, Aroa Moreno Durán construye un relato íntimo y generacional sobre la herencia emocional, los silencios familiares y el peso invisible de la historia.

 

Adirane, la nieta, regresa tras años de ausencia a la casa de su infancia, situada junto a la ría, con la excusa de grabar los recuerdos de su abuela. Sin embargo, poco a poco descubrimos que su verdadero motivo es más profundo y personal. En ese regreso, se ve obligada a confrontar la relación distante y dolorosa con su madre, así como las huellas emocionales que arrastra, cicatrices heredadas de generación en generación.  Adriana, la madre, es una mujer atravesada por las contradicciones entre lo que ha recibido y lo que desea dejar atrás. Atrapada entre el miedo, el desencanto y los secretos del pasado, su manera de relacionarse con su hija se ve marcada por heridas que nunca supo cómo sanar.

 

Por último, Ruth, la abuela, es una mujer silenciada por la historia. Exiliada tras la Guerra Civil, su vida está marcada por la pérdida, la nostalgia y el desarraigo. En ella habita una memoria dolorosa, a menudo callada, pero profundamente presente.

 

2.- La autora.

 

Aroa Moreno Durán es una escritora y periodista española nacida en Madrid en 1981. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, donde se especializó en Información Internacional y Países del Sur. Ha desarrollado su carrera entre la escritura literaria, la docencia y la colaboración con diversos medios de comunicación.

 

Además de su labor literaria, ha impartido talleres de periodismo y escritura en México, y mantiene una activa participación en el ámbito cultural a través de su trabajo con medios de comunicación y proyectos editoriales.

 

Es autora de los libros de poemas Veinte años sin lápices nuevos (Alumbre, 2009) y Jet lag (Baile del Sol, 2016), así como de las biografías Frida Kahlo. Viva la vida y Federico García Lorca. La valiente alegría (ambas publicadas por Difusión en 2011). Su último trabajo en este género ha sido la biografía de Almudena Grandes titulada Almudena. Una biografía ilustrada por Ana Jarén y publicada por la editorial Lumen.

 

Su primera novela, La hija del comunista (Caballo de Troya, 2017), fue reconocida con el Premio Ojo Crítico a la Mejor Novela del Año. En 2022 publicó La bajamar (Literatura Random House), una obra que le valió el prestigioso Premio Grand Continent.

 

3.- Temas principales de la novela.

 

3.1.- La maternidad y los vínculos rotos.

 

Uno de los grandes ejes de La bajamar es la maternidad, abordada desde una perspectiva dolorosamente humana y alejada de cualquier idealización. Aroa Moreno Durán construye un retrato complejo de las relaciones madre e hija a través de tres generaciones de mujeres que sin proponérselo repiten gestos, heridas y silencios. En esta novela ser madre no es sinónimo de entrega ni de comprensión, sino más bien un territorio desconocido y real donde el amor, el miedo y la frustración conviven en tensión constante.

 

Ruth, la abuela, representa una maternidad forjada en el exilio, marcada por la pérdida y el desarraigo. En su experiencia no hubo espacio para la ternura, sino para la supervivencia. Esa falta de expresión emocional tiene consecuencias directas en su hija Adriana, que crece sintiendo la ausencia afectiva. La maternidad de Adriana está atravesada por la inseguridad, la incomunicación y los fantasmas del pasado. La vemos debatirse entre su deseo de hacerlo diferente y su incapacidad para romper del todo con el modelo recibido.

 

En su relación con Adirane predomina la distancia, la dureza, y una sensación de culpa que nunca se verbaliza del todo, pero que está presente en cada interacción.

 

Adirane, por último, es la hija que vuelve. Su regreso a la casa de la infancia no es solo un viaje físico, sino un intento de reordenar las piezas de su historia familiar y la búsqueda urgente de ayuda en esto mismo, en el papel de la maternidad con su hija, a la que deja bruscamente en Madrid. Ella representa una generación que busca comprender, que quiere mirar de frente lo que le fue legado aunque duela. Su maternidad fallida, su sensación de estar incompleta, de no saber cuidarse ni cuidar son reflejos directos de los vínculos rotos que ella ha experimentado.

 

3.2.- La casa como espacio emocional.

 

En La bajamar la casa no es solo un escenario donde transcurren los hechos sino que es un personaje más cargado de simbolismo, memoria y conflicto. Situada junto a una ría del norte de España, esta casa es testigo silencioso de todo lo que no se dice entre las protagonistas, de los gestos contenidos y de los vínculos rotos. Su presencia constante a lo largo de la novela refuerza la idea de que el espacio también guarda huellas emocionales, de que los lugares conservan lo que el tiempo no borra del todo.

 

El simbolismo de la casa y su carga emocional se hacen evidentes cuando Adirane y Adriana vacían el local donde Ruth impartía clases de francés. Este acto de vaciar el espacio está íntimamente ligado a la muerte de la abuela.

 

Para Adirane regresar a la casa de su infancia significa enfrentarse no solo a su madre y a su abuela, sino también a un pasado que palpita en cada rincón. Desde la llegada de Ruth, la escritora dedica una atención detallada a las condiciones de su habitación, lo que refleja la importancia que tiene la casa como un personaje en sí mismo. La casa recibe a Adirane como algo vivo con sus ruidos, su humedad y sus objetos cargados de historia.

 

Para Adriana, la madre, la casa es una prisión emocional. Representa el lugar donde se formó como mujer, entre el silencio de Ruth y un contexto político tenso que la endureció. Es un espacio donde se sintió sola y vigilada, sin margen para la ternura ni para el error. Ahora es ella quien vive allí con su madre. Está en el momento vital donde las mujeres realizan su papel de madres con su hija y con su madre. Su hija vuelve, sí, pero no como se vuelve al hogar, sino como quien regresa a un terreno hostil.

 

En el caso de Ruth, la casa representa lo más cercano a una raíz después del exilio. Aun así, no hay en ella una sensación de pertenencia plena. La guerra la obligó a dejar su hogar original y crear uno nuevo en otro lugar, con otras reglas, arrastrando consigo un pasado del que apenas se habla. Ese desarraigo queda reflejado en los muros de la casa, en la manera en que se mueve por ella, en lo que calla. La casa en su vida es tanto un refugio como un recordatorio de lo que se perdió.

 

3.3.- La memoria y el peso del pasado.

 

La bajamar es en muchos sentidos una novela sobre la memoria: sobre cómo se recuerda, qué se elige olvidar y, sobre todo, cómo se transmite lo vivido de una generación a otra, incluso sin palabras. Aroa Moreno Durán articula un relato donde muestra que lo personal y el pasado no es una etapa cerrada, sino algo vivo que moldea las decisiones del presente y deja marcas en quienes heredan historias que no vivieron pero que sí sufren.

 

Cada una de las protagonistas arrastra un pasado cargado de heridas, pérdidas y silencios que no siempre se verbalizan pero que se sienten en cada gesto. Ruth, la abuela, vivió el exilio tras la guerra civil española. Su experiencia es la de la pérdida de la tierra, de los afectos, de la lengua incluso. El exilio físico se transforma en un exilio emocional del que nunca regresa del todo. Aunque no siempre comparte sus recuerdos de forma directa, su historia pesa en la estructura familiar como una losa que nadie se atreve a mover.

 

Adriana, la hija de Ruth, creció en un contexto donde el ambiente político del País Vasco durante su juventud añade otra capa de tensión, haciendo que la memoria se convierta no solo en una cuestión personal, sino también colectiva. En ella se refleja el miedo a repetir errores del pasado, pero también la dificultad de escapar de ellos. Su manera de criar a Adirane está atravesada por esa carga heredada, por lo que vivió y por lo que nunca supo cómo decir. En su caso, la memoria está hecha de fragmentos, de ausencias, de cosas que nunca se nombraron.

 

Adirane, es la única que parece buscar activamente entender el pasado. Vuelve a la casa familiar con la intención de grabar a su abuela, de escuchar lo que durante años fue ocultado o suavizado. Pero lo que parece una búsqueda documental es también una necesidad emocional de comprender quién es. No se conforma con los silencios heredados.

 

Lo más potente de la novela es cómo muestra que la memoria no solo se transmite con relatos, sino también con gestos, con los silencios. No solo con lo que se cuenta sino sobre todo con lo que se esconde, con heridas emocionales que se repiten sin que nadie sepa exactamente por qué. Las grietas entre las generaciones tienen su origen en el pasado y el dolor que arrastran no es siempre de quien lo sufre, sino muchas veces de quienes vinieron antes.

 

- Conclusión.

 

Aroa Moreno Durán tiene una manera de escribir en esta novela muy sutil e incluso poética, así construye un retrato íntimo y generacional de tres mujeres unidas por la sangre pero separadas por silencios, heridas y tiempos distintos. A través de la maternidad, la memoria y el espacio doméstico como refugio y a la vez como lugar hostil, la autora da voz a las historias que muchas veces han sido calladas, especialmente las de las mujeres marcadas por la historia y por los vínculos rotos.

 

Es una novela sobre el peso de lo heredado, pero también sobre la posibilidad de mirar hacia atrás para entender el presente. La bajamar finalmente no ofrece soluciones simples y rápidas, pero sí una realidad como que enfrentar el pasado, aunque incomode, es el primer paso para que algo nuevo pueda empezar.

 

- Bibliografía.

 

MORENO DURÁN, A. (2022). La bajamar, Barcelona: Literatura Random House.