Maria Callas, una estrella de cualquier tiempo en 'La Divina'

Reseña de La Divina, de Dalia Alonso

Por Nicolás Salas Ramos,
Licenciado en Filología Hispánica

y máster en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera

 

(Ejemplar adquirido en Librería Papelería Búho,
calle Almona de San Juan de Dios, 23, de Granada:
instagram.com/libreriabuho - buholibreriapapeleria[arroba]gmail[punto]com
)




 

En este primer poemario de Dalia Alonso asistimos al deslumbramiento por la vida y la obra de la intérprete de música clásica Maria Callas. El poemario no deja de ser en ningún momento un honesto homenaje de la poeta a la artista. Con este libro Dalia Alonso consigue cumplir el deseo de la cantante que aparece recogido en la cita que inaugura el volumen y que no era otro que el de ser más Maria y menos La Callas. Así, la persona y la artista, su vida y su obra, trenzan un preciosísimo mosaico de poemas que se estructuran en dos apartados principales titulados "Biografía" y "Repertorio", a los que hay que añadir el poema-pórtico "La Divina" que abre el libro y el poema-opúsculo "Maria" que lo cierra.


Dalia Alonso
Fotografía de Lucia Riopedre 

 

La autora, cultivadora del mismo arte que la homenajeada, cumple disciplinadamente con sus dos oficios de cantante lírica y de poeta ajustándose en cada poema, como si de una partitura musical se tratara, a la duración idónea de cada canto-poema y a la colocación más adecuada de cada nota-sílaba. La formación en filología clásica de la poeta es bien empleada en estos textos con abundantes referencias al legado mítico grecolatino. Es de valorar que en ninguna ocasión la profusión de términos y de arquetipos del mundo clásico se convierta en un frío alarde de erudición que arruine el pulso lírico de estos poemas.

 

Desde el primer poema cuyo título da nombre al libro nos queda claro que vamos a presenciar un concierto-recital protagonizado por una voz poética que no se conforma con desgranar las virtudes de la voz de Maria Callas sino que emprende la arriesgada tarea de homenajear a todo un cuerpo, a todo un ser humano. No hay divagaciones en esa voz poética que nos desvíen de esa clara intención, más allá de las divagaciones del ser humano Maria Callas que con un gusto exquisito aparecen retratadas en algunos momentos del poemario. Dalia Alonso nos coloca entonces no sólo ante una voz sino ante un cuerpo, ante toda una vida, tal como aparece en el primer poema: "tu cuerpo canta".

 

Uno de los elementos que es más nombrado a lo largo del libro es el de las estrellas. No es casual que la poeta haya escogido este término de entre todos los posibles relacionados con la luz, pues se trata del único elemento luminoso de la naturaleza que para ser contemplado y disfrutado en todo su esplendor necesita que su opuesto, la oscuridad, se muestre a la vez en mayor cantidad e intensidad. Se escoge así este término en un justo paralelismo con los numerosos momentos oscuros de la vida de Maria que convivieron con la luminosidad de la vida artística de La Callas.

 

En "Autobiografía sentimental" son el olfato y el oído los dos principales sentidos con los que se nos plasma el recuerdo que Maria quisiera que quedase de ella. Así, éste sería su epitafio deseado: "un silencio, / de un cisne el canto ahogado, / un frasco de perfume / sin terminar". Sin embargo, si leemos con verdadera curiosidad echamos en falta en este poema alguna concreción sobre ese perfume. Satisfacemos nuestra curiosidad un poco más adelante, en el poema "Poética", cuando en referencia al amor, entendido como eros, como pulsión erótica, y a la muerte ("el barquero") de esa misma pulsión, leemos: "por conjurar sobre el poema / el perfume denso del primer amor, / todos los demás afectos". Todo queda así perfumado por ese primer amor. Este poema, fundamental para abordar otros del libro que tratan del deseo y del placer de Maria, está encabezado por una cita de Aurora Luque que facilita su clave de lectura: "Los dioses sólo otorgan una noche / y un himno de nostalgia por esa única noche". Así, la primera parte "Biografía" de este libro está concebida como un himno a esa noche única, que es el tiempo de la oscuridad y por tanto de las estrellas. Estas estrellas, un poco antes, en "Cuento oriental", son descritas como "las carantoñas doradas del dios". "Carantoñas" es una palabra de un registro habitualmente no-culto y que aquí se resignifica de luz y de divinidad primigenia, como la caricia-juego a un ser de cortísima edad con la que buscamos provocar su risa, su felicidad. Es una de las imágenes poéticas de difícil olvido tras la lectura del poemario.

 

Es, por fin, en "Dice la verdad", donde atisbamos con una claridad mayor qué amor fue el de esa noche única. Y la poeta elige de nuevo la fórmula del epitafio para enunciar ese amor: "De modo que aquí estas palabras / y el epitafio dulce del cuerpo consumado: / porque tú y yo, amiga querida, / hemos tenido una noche de amor / tendidas bajo la estrella del sábado". Quien haya frecuentado la poesía homoerótica no puede dejar de acordarse por el título de este poema de uno de Federico García Lorca reunido póstumamente en los conocidos como 'Sonetos del amor oscuro' y titulado "El poeta dice la verdad", donde también está muy presente la muerte: "Que lo que no me des y no te pida / será para la muerte, que no deja / ni sombra por la carne estremecida". Volviendo al poema del libro que nos ocupa, los versos son claros y nos informan de una noche de amor, concretamente la noche de un sábado, vivida con una mujer ("amiga querida"). A diferencia del texto de Federico García Lorca, aquí la poeta dice también la verdad pero para dar más autoridad a esa verdad hace que ésta sea dicha a través de un oráculo, volviendo al mundo clásico grecolatino. Así: "Y es verdad: el oráculo no miente". Ese amor ha sido vivido a la vez que su carrera artística o, más bien, con el permiso de ésta. La claridad de este poema se observa también en que es el único donde aparecen tal cual los términos "luz" y "muerte" en un mismo verso y sin intermediaciones, sin otras formas o elementos. Se trata de luz y de muerte en sí, del concepto, de la idea de cada una. Y estos términos aparecen en medio de una confesión o de una acusación grave al público, a quien considera tan poderoso como para decidir entre una y otra, que en el caso de una artista como La Callas bien podría tratarse de un paralelismo con el éxito y el fracaso: "Expuesta ante el insobornable público / que marca el paso de la luz a la muerte". Sobre el amor lésbico encontramos otra muestra en el apartado de "Repertorio" en el poema titulado "Atis en la isla": "Yo no existía, / tú no existías, / pero juntas éramos una isla" (la isla griega de Lesbos, cuna de Safo).

 

En la segunda parte del libro es donde son aún más frecuentes las referencias a figuras grecolatinas, especialmente personajes míticos femeninos. Antes, en la primera parte, ya apareció un personaje femenino pero de otra época, Madame Bovary, en clara denuncia de la mujer abandonada por el hombre. Nos referimos al poema titulado "Ejercicio de bovarismo", y es en el consecutivo, en "Declaración", donde la poeta nos confía la petición de Maria: "de siempre volver / a la ilusión tan inocente / de ser mujer no abandonada". Si hablamos de mujeres abandonadas por los hombres es obligado abordar la figura de Penélope: poema "Penélope en la habitación del olivo". La promesa incumplida del pronto regreso del hombre se trata también en el poema siguiente bajo la forma del poeta que no entrega nunca sus poemas, en "Al poeta Cinereo, que no desvela sus versos". Algunos de los poemas de esta segunda parte aparecen encabezados por la referencia a la pieza musical de la que toman su título o su tema, pues por algo es que este apartado se titula "Repertorio", creándonos así la sensación de estar leyendo el programa de mano de una obra interpretada por La Callas. Aparecen figuras femeninas del mundo clásico como Fedra: "Fedra suplica a Hipólito", pero también otras más contemporáneas como Lili Marlene, en poema de igual título, o incluso escenarios donde se funden el amor erótico y la celebración de la vida en forma de música, como es la playa brasileña de Copacabana, en poema del mismo título, donde leemos: "La noche se reposa / sobre Copacabana, / y vivir ya no es sino / saber amar despacio". Ese deseo que se satisface en una playa es el mismo que en el poema "Arrugas" se convierte en un recuerdo: "y en tus ojos se echan a dormir / suaves líneas de tierra lejana / y playa", y en un deseo nostálgico, casi fantasmal, del que ya sólo se conserva la sensación que provocó el tocar el cuerpo: "deseo tu sed, tu voz, tu tiempo, / y tu cuerpo que ya es más tacto mío / que cuerpo".

 

Finalmente, el poema que cierra el libro nos conecta con el deseo de la cita inicial de la artista de ser más Maria y menos La Callas. Y por si quedaba alguna duda de que la flecha-poemario que se lanzó ha dado en el blanco, el título de este poema es "Maria". Se trata no de un epitafio sino del mandato, de la orden de un epitafio: "ordenas que la prensa crea que La Divina / se fue entre rosas frescas". No podían faltar las estrellas que tanto han aparecido a lo largo del libro: "solamente podrás llevarte / algunas alhajas ya deslucidas / y los nombres de las estrellas / aprendidos en la niñez...". Y en la orden de este epitafio hay un mandato rotundo que sólo a Maria Callas se le puede conceder y que la autora, conocedora de ese poder, no duda en incluir en el poema sin miedo a que resulte una autoadulación desmedida. Es por eso que leemos: "Encargas que detengan toda la primavera".


Maria Callas

 

Este poemario será disfrutado especialmente por quienes ante la sobreabundancia del yo y de los poemas-río sin comienzos ni finales claros tan cultivados en la llamada poesía escénica no encuentran voces poéticas claras, cultas y precisas que logren conectar su yo más íntimo con la intimidad de otro yo sólo en apariencia distante y muy distinto a su mundo. Si algo tiene de peculiar la luz de las estrellas es que es observada por seres de cualquier tiempo, justo lo que más se necesita en un tiempo donde parece que sólo se multiplica la precariedad y la incertidumbre ante el mañana. Una estrella de cualquier tiempo, Maria Callas, homenajeada como persona y como artista por Dalia Alonso con un gusto exquisito que ojalá estuviera más presente en los poemarios que actualmente se publican.

 

- Bibliografía.

 

ALONSO, D. (2022): La Divina. Granada: Sonámbulos Ediciones.