La deconstrucción de la palabra para una reconstrucción del cuerpo en 'Las escritas' de Olalla Castro

Reseña de Las escritas, de Olalla Castro




Por Miriam García González:

Nací el 14 de mayo de 1998 en Granada.
Algo primero nos apasiona, en mi caso fue el mar;
algo después lo secunda, para mí es la literatura.
Estudié Literaturas Comparadas
y un máster en Estudios Literarios y Teatrales
en la Universidad de Granada.

Instagram: @miriam_gargon @miriam_gargonn

 

- Introducción.

 

"Las escritas" de Olalla Castro permite adentrarnos en la complejidad de los mecanismos de violencia sobre el cuerpo de la mujer, ya que éste se encuentra mancillado y amenazado tanto en el terreno ficcional como en el espacio vital, siendo ambos, al fin y al cabo, el mismo lugar de encuentro. Olalla Castro no solo describe, sino que emprende una labor para con los cuerpos y sus voces: la libertad a partir de la muerte, de lo ultrajado y silenciado.


La palabra y la piel como las dos partes que unifican la obra de Olalla Castro: "Deshilar lo tejido" y "Deslizarse en la lengua".

 

Imagen de la pantalla de un celular con letras    Descripción generada automáticamente con confianza baja1.- El libro.


 

La primera parte del poemario a la que Olalla Castro se refiere como "Deshilar lo tejido", es la que es escrita por otros y no por ella misma; su texto, la escritura de Castro, es la irremediable y a la par necesidad de escenificar lo que viene a deshacer lo dicho. Los mecanismos del lenguaje y sus lógicas inversas, su realidad invertida, es una posibilidad en Castro, es la posibilidad de materializar la abstracción de Maurice Blanchot, de ponerle nombre y cuerpo a la muerte, porque aquí sucede una palabra que se desvanece, que se deconstruye, que se hace desde la desaparición de lo que ha sido, no para un nihilismo, sino para dar paso a una reconstrucción de la verdad del cuerpo y su voz. "Lo tejido" es una metáfora sutil, y también descarada, de la carne femenina, de la carne que ha sido escrita por el hombre: el que ha decidido que lo femenino sea un telar domesticado.

 

"Deslizarse en la lengua" o lo que en términos generales y menos atractivos representa "la segunda parte del poemario", es el cauce en el que desembocamos cuando se ha dado muerte a lo tergiversado y lo tergiversado ha transmutado en la realidad que devuelve al cuerpo y a su voz la verdad de su existencia. El propio "deslizarse en la lengua" es la alusión espontánea y directa al movimiento, a la acción, la acción que se hace en el decir y que se saborea, que es tan carnal y físico como los brazos que se agitan o las piernas que se abren y cierran. Es la presentación de un momento culmen: el de las escritas que escribieron. Olalla Castro posee una lucidez incuestionable y sabe bien que las mujeres que escribieron también han sido escritas y, por ende, ella, su texto y su palabra, tiene la responsabilidad y el compromiso de rescatarlas de la interpretación, de la desvirtualización, porque corremos las mismas suertes y las mismas desgracias que los llamados "sujetos de ficción". Ni siquiera en la ficción estamos a salvo.


2.- La autora.


Olalla Castro Hernández nació en 1979, en la ciudad de Granada. Doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y licenciada en periodismo por la universidad de Granada y de Sevilla es, además, narradora, ensayista y poeta. Es autora de los poemarios "La vida en los ramajes" (Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández), "Los sonidos del barro" (Premio Tardor de Poesía), "Bajo la luz, el cepo" (XXII Premio de Poesía Antonio Machado), "Inventar el hueso" (XXXIII Premio Unicaja de Poesía 2018), y "Las escritas" (XXI Premio de Poesía Vicente Núñez).

Imagen en blanco y negro de una persona con una camiseta negra    Descripción generada automáticamente


3.- Temas principales del poemario.

 

3.1.- Deshilar lo tejido: la otra versión de la historia, la voz silenciada.

 

"Ahora hemos llegado. A nuestras espaldas se hará el silencio". Acudo a las palabras literales con las que Olalla Castro se manifiesta en relación a esa narración inexistente, invisible, que no traduce ni dice nada sobre lo que ellas dijeron, es decir, las escritas; y este silencio ha sido una manera de tergiversarnos. Pero también es el silencio de lo aniquilado, del vacío: "nuestra espalda al hablar calla todo lo que había y hay detrás de nosotras". Es la experiencia radical y cotidiana de escuchar al cuerpo, el cuerpo que se está haciendo ver, haciéndose notar y escuchar. A la muerte nos llevaron y desde la muerte nos hacemos; podríamos decir que esta es la premisa fundamental de Castro en su obra poética Las escritas. Se da muerte a lo escrito, a los personajes femeninos, a las mujeres escritas por los hombres, y se da paso a la escrita, a la digna y verdadera, a la que es legítima para con su cuerpo y experiencia. Olalla Castro lleva a cabo la oportunidad literaria de contar lo que nunca hicimos y lo que sí hicimos; es deshonesto que otro hable por nuestra boca; es de tirano el que no habite la dialéctica, el debate. Y precisamente, en esta primera parte se abre lo que no era nada, lo que no había. "La muerte desemboca en el ser: es la esperanza y la tarea del hombre, pues la propia nada ayuda a hacer el mundo" (Maurice Blanchot, 1995).

 

Cada personaje que Olalla convoca en su texto expresa una herida, un estigma, y un trauma: son lo que lo escrito ha hecho con sus cuerpos y que ahora es nuestra arma de resistir, la expresión de la resistencia en aras de la libertad y la propiedad de una misma. Así, Penélope, después de haber sido la espera y la quietud de su hombre, es y está siendo, en la poética de Olalla Castro, la expresión de "amar y esperarse a sí misma"; o la sirena en la sexualización de su cuerpo y de su voz, es ahora la pureza del cuerpo que quiere soledad. Circe ya no es la bruja, sino la que dice la verdad, la que exterioriza la animalidad del pensamiento de lo escrito, y Bovary no es la adúltera que es narrada a través de la voz masculina; es la mujer que se narra a sí misma, que puede decir "yo soy".

 

3.2.- Deslizarse en la lengua: la actividad de la que es libre.

 

Olalla Castro hace un ejercicio consciente sobre nombres de carne y hueso que han sido escritoras. La lesión o la llaga no es una ficción; es una realidad que nos estigmatiza literaria, artística y corporalmente. Castro no toma la voz de dichas escritoras para hacer de ellas una voz propia, no la asume ni la sabotea, sino que deja intacta su autoría, reconoce el lugar de cada una a partir de la cita textual; de todas las voces que ha decidido recoger en su poemario. Olalla Castro pretende a partir de ello una extensión de sus palabras, porque tiene la capacidad y la habilidad de compartir su garganta con ellas, de prestarles la voz y el texto, de interceder ante el ultraje patriarcal y no dejarlas desamparadas. La estirpe del "nosotras" supera a la muerte porque resurge mediante ella, de la muerte física y literaria.

 

Hay una evidente complicidad entre Olalla Castro y las escritoras seleccionadas: conoce sus historias, y el lector que desconozca dichas vidas, experimentará el apetito (el cual sentirá como una privación) de saber sobre aquello que se nos está hablando y que nunca nos contaron. Castro lleva más allá la práctica de resucitar sus voces, sus carnes y sus verdades: les devuelve la importancia que han de tener para el mundo.

 

3.3.- El lenguaje literario de Olalla Castro y el encuentro del texto con el género lírico.

 

El lenguaje poético de Olalla Castro es el lenguaje genuino del ser humano; es su ser más primitivo, más consustancial. Se trata de una escritura que (re)produce la comunicación intuitiva, la que es profundamente perceptiva, sensorial. Expresarse y darse por medio de este lenguaje forma parte de un trabajo radical de veracidad, de autenticidad, de lo propio que es natural, espontáneo; de lo que con propiedad reconoce y describe las cosas como son, que habla de lo que es el cuerpo y de lo que es la escrita. Así, la metáfora es un recurso irremplazable, pues a través de las relaciones entre el verbo y el insecto; el sexo masculino y el insecto; el cuerpo y la casa; el sexo femenino y la cueva/guarida; el sexo masculino y el hacha; la escritura y el fuego; el texto y el agua junto al cántaro; lo azul/el agua y la asfixia… descubrimos lo originario de su quehacer literario. Y todo esto no es la consecuencia de una irreflexión, sino de un ejercicio consciente que despliega un campo de hiperonimias y de hipónimos que se traducen en la tierra y en sus derivados (el barro, la semilla, el fruto, la huella, el surco…), en el cuerpo (garganta, sienes, cabeza, genitales, dientes…), en los animales e insectos, en el dolor (la herida, la llaga, la grieta, la lanza…), en el fuego (la llama, lo prendido), en el aire (las alas, el pulmón), y en el agua (el llanto, la orilla el mar…). Metonimias y sinécdoques —las cuales subrayan la experiencia del cuerpo a través de los vínculos— que se conjugan entre sí como los fragmentos de un organismo para dar lugar, mediante la alegoría y el símbolo, a un espacio para un cuerpo nómada en continua prolongación: la mujer, la escrita. Y a todo esto no llegamos gracias a la interpretación, sino por los ojos que escuchan: se nos describe, se nos dice qué hay, y qué es. Con anterioridad ya aludí al compromiso de rescatar a la escritura y al cuerpo de la interpretación, porque la interpretación "hace manejable y maleable al arte. […] Lo que se necesita es un vocabulario descriptivo de las formas. […] De las cosas tal como son" (Susan Sontag, 1966).

 

El espacio en el que se abre dicho cuerpo le es propio, es la práctica radical de la libertad de la naturaleza, y su escritura está en plena consonancia. La metapoética presente en el texto es el resultado del pensamiento y la acción de Olalla Castro: la subversión de lo que hemos sido, de lo que nos han hecho ser. La deconstrucción de la oscuridad y de la incivilización que nos esclaviza. Lo negro ahora es limpio, es lo que nos hace libre, es la muerte o el agujero desde el que nacemos y nos hacemos. Este es un proyecto que evoca a Hélène Cixous y la rebeldía de la mujer y su escritura a partir del "continente negro".

 

En lo referente a la forma, no habrá lugar aquí de clasificar lo que no ha de encerrarse entre límites abstractos que definen más allá de lo que se es. Es, espontáneamente, lo que dijo Pizarnik acerca de uno de sus poemas: poema en prosa. Y, de hecho, así lo tituló. Lo que sí reclama una atención considerable es la recurrencia contemporánea, que casi parece una exigencia, del infinitivo en la poética. Hay con demasiada frecuencia el infinitivo en Olalla Castro; en Pizarnik "La última inocencia"; en Marçal "Morir"; en Maillard "El punto". El infinitivo es la posibilidad del sin límite, lo que no está determinado. Quizás responda más a una necesidad imperante que a un juego lírico y desmedido. "Si existe algo «propio» de la mujer es, parad6jicamente, su capacidad para desapropiarse sin egoísmo: cuerpo sin fin, sin «extremidad», sin «partes» principales, si ella es una totalidad es una totalidad compuesta de partes que son totalidades" (Cixous, 1995).

 

- Conclusión.

 

"Las escritas" de Olalla Castro es una obra revolucionaria tanto en el ámbito poético como en el académico-literario. A través de un ejercicio de reconstrucción histórica, muy refinado y esclarecedor, devuelve un lugar de libertad y verdad al cuerpo de la mujer; abre un espacio social, cultural, político e histórico para las existencias que, cuando no desaparecidas, han sido alteradas, manipuladas, deformadas. Un libro para recomendar al investigador o al docente literario; a las mujeres (todas); a los hombres (todos); a la lectora sin recelos, a la lectora curiosa, a la lectora esperanzada, a la lectora inquieta, a la lectora pacífica, a la lectora.

 

- Bibliografía

 

Blanchot, M. (1948). La parte del fuego: la literatura y el derecho a la muerte. Trad. Isidro Herrera Baquereo; Madrid: Editorial Arena Libros, 2008.


Cixous, H. (1995). La risa de la medusa. Ensayos sobre la escritura. Trad. Ana Mª Moix; Barcelona: Editorial Anthropos.


Castro, O. (1995). Las escritas. Córdoba: Editorial Berenice, 2022.


Sontag, S. (1966). Contra la interpretación y otros ensayos. Trad. Horacio Vázquez Rial; Barcelona: Editorial Seix Barral, 1984.