Por Ángela Sánchez Velasco,
angelasanzoles98@gmail.com
- Introducción.
En ocasiones nos preguntamos cómo funciona el negocio de la prostitución, y a pesar de que una buena parte de la población nunca ha guardado relación alguna con el mismo, es muy cierto que a casi cualquiera que se le pregunte tendrá una imagen mental y ciertos juicios al respecto. Quizás procedentes de los medios de comunicación, de la ficción o de la reconstrucción que se hace de la cara visible del sector. Esto es, los clubes urbanos y de carretera que cualquiera puede encontrarse en cualquier viaje a lo largo y ancho del país, las prostitutas ejerciendo en sitios públicos (cada vez más infrecuente); o incluso la prostitución por Internet. Esto constituye solo la punta del iceberg. Así que, si alguna vez has sentido el deseo de adentrarte un poco más en este asunto y conocer cómo se vive y se opera en este submundo, Samanta Villar te lo pone en bandeja en este su primer libro.
1.- El libro.
Es un texto corto, de apenas ciento cincuenta páginas, en el que se recogen de forma intencionadamente aséptica los testimonios de mujeres que trabajan en diferentes ámbitos del sector del sexo por dinero: una asistenta sexual, mujeres que ejercen en un apartamento, a pie de calle, en un foro de Internet, en un club, en las más altas esferas como escort de lujo, y de forma forzada como consecuencia directa del tráfico ilegal de seres humanos, más conocido como trata de blancas (tema que trataremos más adelante de forma independiente). En resumen, nos encontramos ante un escrito de no ficción con tintes periodísticos, que invita a la reflexión sobre algunos de los temas centrales del debate feminista actual sirviéndose del relato de una serie de mujeres de carne y hueso.
- 2. La autora.
Samanta Villar Fitó es una periodista, escritora y presentadora de televisión de origen barcelonés, nacida en 1975, que se dio a conocer al gran público a través de sus programas televisivos en formato docu-reality (21 días, Conexión Samanta, etc.). Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, Máster en Dirección de Actores y Máster en Interpretación Dramática, por la Universidad Ramón Llull y la escuela de actores Nancy Tuñón de Barcelona, respectivamente. El late motiv de su carrera profesional reside en la búsqueda del tabú y la intención de romper con él.
En su vida como escritora, Nadie avisa a una puta es su primer libro publicado, en el año 2015. Seguido de Madre hay más que una en 2017, en el que habla sobre su embarazo por ovodonación, y de La carga mental femenina en 2019, acerca de feminismo y conciliación laboral.
3. Principales temas del ensayo.
- 3.1. La prostitución: el tabú y la exclusión.
Si hay un propósito claro en este libro es el de acabar con el estereotipo de trabajadora sexual que la mayoría tenemos o teníamos. Es innegable que a medida que avanzamos en los testimonios aquí recogidos, se va desplegando un abanico con gran variedad de situaciones y entornos que muchos ni imaginábamos que existían. Tan solo son siete testimonios, pero ya nos dan una pista de que la idea que se tiene de la prostituta que ejerce en clubes de autopista o en la calle dirigida por un/a proxeneta o madame es muy simplista. La prostitución, entendida como actividad que se desarrolla voluntariamente, o al menos todo lo voluntariamente que se trabaja en cualquier otro sector, responde, como casi cualquier otro oficio, a la demanda. El servicio que aquí se consume es el sexo, y el sexo podría tener tantos tipos de demanda como consumidores existen.
Actualmente, y gracias en gran parte al movimiento feminista, el asunto de la prostitución, visto desde el punto de vista de las prostitutas y no desde el de los consumidores de prostitución, se pone encima de la mesa de forma contundente. Es ahora cuando empezamos a conversar sobre el tema, a debatir, a generar sentido crítico sobre ello y, como consecuencia, a visibilizarlo. Lo que no significa que el tabú y el estigma hayan desaparecido. De hecho, la propia escritora del libro aseguró que a ella misma le habría gustado ejercer temporalmente como prostituta para elaborar un reportaje, un testimonio en primera persona, y que, sin embargo, siendo consciente de la losa que se habría colocado encima a nivel profesional, desechó la idea.
No son pocas las mujeres que además se ven obligadas a ocultar información a sus familiares y conocidos sobre el oficio que desempeñan. Otras, en el momento de conocer a alguien nuevo tampoco se ven con fuerzas para hablar de aquello de lo que trabajan o han trabajado en algún momento de sus vidas. Esto condiciona enormemente la visión que tienen de sí mismas y cómo se muestran y relacionan en sociedad, lo que termina derivando en una fuerte exclusión social.
Como si ganarse la vida de esta forma algo peculiar, pero no por ello menos honrada, de pronto fuese más indigna que cualquier otra.
La explotación laboral es una realidad en tantos otros sectores aparte del de la prostitución que en ocasiones cabe preguntarnos, ¿por qué entonces esta fijación con él? Bien es cierto que las condenas más fuertes vienen de parte del movimiento feminista, lo cual es entendible. Casi la totalidad de individuos que sufren explotación laboral en el ámbito de la prostitución son mujeres, y esto no es casualidad, es la consecuencia directa de un sistema patriarcal. Por otro lado, ¿por qué no apelar a la transversalidad del movimiento obrero e iniciar una queja, una rebelión, en contra de cualquier forma de explotación laboral? Quizás la respuesta sea que la actual desmovilización de estos colectivos de trabajadores haya llevado a las asociaciones feministas a dejar este debate a un lado y centrarse en los suyos propios. Aunque muchas son las compañeras que resaltan el gran equívoco en el que están incurriendo quienes piensan que una cosa -la lucha feminista- y otra -la lucha obrera- son causas independientes.
- 3.2. Abolicionismo vs regulacionismo: antecedentes en Europa.
Está claro que esta breve reseña no pretende ni puede resolver este debate. Son numerosos los intelectuales y políticos que se han posicionado tanto a un lado como al otro en esta batalla y aún no existen líneas de actuación claras ni un consenso social amplio. Es por esto por lo que han surgido diferentes iniciativas y políticas para abordar el asunto en según qué países, tal y como se recoge en el libro.
Un ejemplo es el de Alemania, que ha optado por la regulación del mercado de la prostitución y el reconocimiento de esta actividad como trabajo, con sus correspondientes seguros laborales y pagos de impuestos. La idea tras esto es la de que el ejercicio de la propia sexualidad es libre de realizarse con o sin condiciones económicas de por medio; que puede ser percibida como un intercambio comercial igual que cualquier otro. Podríamos estar hablando de una especie de despersonalización, de mercantilización, de la propia sexualidad. En este caso se pretende dotar a las trabajadoras de cierta seguridad y acabar con gran parte de las mafias que existen alrededor de este negocio. Tal y como se dice en el libro, se comprobó que tras adoptar estas medidas las mujeres con contratos laborales seguían siendo muy pocas, abandonar la prostitución no resultaba fácil y la criminalidad en torno a ella no descendió.
Sin embargo, son muchas las voces que disienten y consideran descabellado regular un negocio que supone convertir el cuerpo de las mujeres y su sexualidad en un bien de consumo, en poco más que un objeto, al servicio de quienes consideran el sexo casi como un derecho que no se les puede negar. Se podría entender que los abolicionistas conciben la sexualidad femenina como algo que preservar del mercado. Parten de un pensamiento más filosófico en el que la sexualidad humana y los cuerpos jamás han de ser vistos como elementos susceptibles de tomar parte en la rueda del capitalismo, pues supondrían un paso más hacia la completa alienación de los individuos, de los trabajadores, con respecto a su identidad y su mismo cuerpo. Países como Suecia, en esta línea, abogaron por abolir la actividad de la prostitución y perseguir a los consumidores y promotores de la misma, intentando acabar con las mafias por una vía muy distinta a la alemana. Uno de los jefes de la brigada encargada de ejecutar las medidas pertinentes reconoció que la prostitución seguía ejerciéndose y que además cada vez era más complicado detectarla, pues habían desarrollado mecanismos más eficaces para ocultarse de la policía.
Al margen de estos dos ejemplos concretos, la realidad es que la mayoría de los estados no han empezado a andar ni un camino ni el otro. Procuran soslayar este tema en sus agendas políticas y mirar hacia otro lado, como si la problemática fuera a desvanecerse por no prestarle atención. Entretanto, son las mismas prostitutas y las asociaciones feministas quienes procuran que no olvidemos que mientras unos se pasan la patata caliente por no saber qué hacer con ella, otras se encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad y son consideradas ciudadanas de segunda relegadas a vivir su vida entre las sombras, danzando sobre los límites de la legalidad.
- 3.3. Trata de blancas.
En otro orden de cosas, no podemos concluir esta reseña sin mencionar la que es la cara menos amable del sector, por decirlo de una manera suave. La trata de personas con fines de explotación sexual debería ser inadmisible en pleno siglo XXI. Los mecanismos de detección y combate de este fenómeno son muy escasos. Estamos hablando de esclavitud. Como la mujer que relata su historia en este libro existen millones de ellas alrededor del mundo. Hablamos de mujeres y de niñas menores de edad en situación de extrema pobreza, captadas por ojeadores de las mafias en sus países de origen a través del engaño. Se les prometen trabajos ficticios en países desarrollados como España, con los que poder ayudar económicamente a sus familias.
La mujer del libro es una joven madre nigeriana que fue captada con 19 años a través de un contacto supuestamente fiable que le ofreció un viaje hasta la frontera con Europa, donde podría ganarse la vida muy buenamente. Relata las horribles condiciones del viaje y cómo todos y cada uno de los individuos que ella y las demás chicas iban encontrando en el camino trataban de aprovecharse de la situación. Uno de los ejemplos que he encontrado más perturbadores es el de los agentes de policía, quienes llevaban a cabo una especie de chantaje en el que o permitías que te violasen o morías penosamente en pleno desierto del Sahara, olvidada, porque no te dejarían continuar el trayecto. Todos y cada uno de los eslabones que componían la cadena sacaba el máximo provecho de la situación, valiéndose de la superioridad que les otorgaba inducir en estas mujeres una mezcla de sentimientos que oscilaban entre la esperanza y el terror.
Lo más común es que las víctimas den sus datos familiares a los proxenetas confiando en que van a ser utilizados para fines que distan mucho de la realidad. Para ellos esos datos constituyen un hilo del que tirar en caso de que las mujeres quieran denunciar su situación de esclavitud una vez instaladas en el país de destino. Así, las víctimas estarán atadas de pies y manos, aterrorizadas por las amenazas y sin ninguna escapatoria. Por desgracia esta situación es complicada de cambiar debido a dos factores fundamentales: ni la pobreza en los países de captación ni el negocio de la prostitución (que genera enormes beneficios) van a desaparecer inminentemente; ni los gobiernos ponen voluntad ni medios para acabar con este horror, que al parecer no deja de ser un mal menor para muchos, aunque a miles les cueste su salud, su propia vida o la de sus familiares más cercanos.
- Conclusión.
Para terminar esta reseña, me gustaría recomendar el libro a aquellos que deseen introducirse en esta temática o conocer algo más sobre ella y busquen algo breve y sencillo, alejado de ensayos filosóficos o políticos. Es interesante porque considero que la intención de la autora no es otra que reflejar la realidad de algunas mujeres sin juzgarlas y sin imponer su punto de vista. Quizás un ejercicio que deberíamos llevar a cabo más a menudo de lo que lo hacemos en el día a día, sobre todo con el auge de las redes sociales, en las que los debates tóxicos son la norma.
Otro detalle que me ha llamado la atención es que aquí no se infantiliza a las mujeres que acceden al mundo de la prostitución, como si no supiesen lo que se hacen. Está claro que hay entornos de trabajo que no son los deseables ni mucho menos los soñados. Pero no podemos perder de vista que esto ocurre en muchos otros ámbitos. Al final, en la sociedad actual, pocas veces la elección de un trabajo es verdaderamente una elección en lugar de una obligación para subsistir y salir adelante. Del mismo modo que quien elige trabajar doce horas por un sueldo mísero no es un conformista, quien opta por prostituirse para ganar una cantidad de dinero mayor que muchos trabajadores no debe ser criminalizado.
Al final, dentro de nuestras posibilidades elegimos a qué renunciar o adónde queremos llegar con tal de ganarnos la vida; y es completamente normal que en un mundo donde casi siempre el dinero va por delante de las personas, deseemos ser no solo de los que trabajan para sobrevivir, sino de los que trabajan para vivir mejor que muchos. Así que quizás no sería mala idea dejar de poner el foco sobre las trabajadoras sexuales y comenzar por preguntarnos qué lleva a tantos hombres a querer contratar los servicios sexuales de estas mujeres y por qué el hecho de que exista dinero de por medio pareciese darles el derecho a hacerlo.
- Bibliografía.
VILLAR, S. (2015): Nadie avisa a una puta. Madrid: Libros del K.O.